Esta blog narra algunas historias de Nessie adulta. Para mí quedo un poco en el aire su vida después de amanecer. Espero que os guste. Es algo que hago en mis ratos libres cuando necesito salir de la rutina y del stres.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El bosque

Jacob me sorprendió con el beso, no podía dejar de pensar en sus labios. Aunque fuese un bruto y un degenerado no podía negar que me había gustado. Nunca me habían besado así. Lo odiaba, para un chico que me gusta de verdad y tenía que ser tan maleducado.
Apenas comí, pues no lograba concentrarme en nada. ¡Estúpido engreído! Y encima se había ido victorioso, con una sonrisa. ¿A caso no le había hecho ni un poquito de daño?
Le había pegado fuerte pero no con toda mi mala leche. Ya está bien señorita de pensar en ese estúpido, creído y arrogante tipo.
Decidí salir a correr por los alrededores de la casa. Había un bosque al lado, a ver si haciendo un poco de ejercicio mis neuronas volvían a su lugar. Me puse unos shorts negros, eran muy cortitos pero no solía ser muy friolera, y una camiseta blanca y roja de capucha y manga larga. Me calcé las zapatillas de atletismo y salí dirección bosque.
Comencé a correr lentamente y fui incrementando el ritmo mientras corría. Era mucho más rápida que la gente que conocía, pero nunca había comprobado cuanto.
Al fin llegué a un hermoso prado soleado, las flores lo cubrían como una manta de colores, era increíblemente bonito. Sentí un “deja vu”, como si ya hubiera estado en aquel lugar. Me senté en el suelo inspirando todo el aire de aquella hermosa naturaleza. A los pocos minutos escuché un ruido, me puse alerta pero no logré ver nada. Me asusté y decidí volver hacia la casa. Volví a correr dejando atrás el prado. Sentía como algo iba detrás de mí. Algo me seguía. Corrí lo más rápido que pude. La tierra estaba húmeda y se me hundían los pies. Tropecé con la raíz de un árbol y me quedé tirada en el suelo. Sabía que mis rodillas estaban sangrando, podía oler el óxido y la sal de mi sangre. Intenté incorporarme rápidamente cuando escuché algo parecido a un aullido cerca de mí, pero antes de lograr ponerme en pie una fuerte mano me ayudó para levantarme. Volteé para poder ver quien me estaba ayudando. Cuando lo vi, un temblor recorrió mi cuerpo.
-¿Estás bien? –parecía preocupado.
-Déjame ya puedo sola.
-No seas terca, déjame ayudarte. ¡Estás sangrando!
-Lo siento. –Fue lo único que exclamaron mis labios. Una hermosa sonrisa le iluminó el rostro. Ya no se veía tan cruel y arrogante. Jacob se mostraba amable y protector conmigo. Mis mejillas se sonrojaron cuando su ardiente piel rozó la mía cuando apartó un mechón de mi cabello.
-¿Te disculpas por sangrar? –Parecía que le causaba mucha ternura mis palabras.
-Eso parece.
Me puso de pie fácilmente, pero me dolían un poco las rodillas y tuve que sujetarme a su pecho. Hasta entonces, no había percibido que iba con el pecho desnudo, sin ocultar mi curiosidad observé su cuerpo perfectamente moldeado con ese hermoso color moreno. Vi que sólo llevaba unos tejanos cortos. Sin poder hacer más mi cara mostró el asombro al ver el espectacular cuerpo que tenía. Tragué saliva y miré sus ojos que estudiaban detenidamente mi rostro.
-Eres hermoso. –susurré con un hilo de voz. Me sonrió con ternura y me cogió en brazos.
-Te has dado un buen golpe. Vamos a que te cure esas heridas.
Me acurruqué en sus brazos y apoyé mi cabeza en su hombro. Su piel ardía de forma extraña pero me sentía completamente bien entre sus brazos. Me llevó hasta la casa y me sentó con cuidado en una silla de la cocina. Buscó en un armario y se arrodilló delante de mí. Me curó las heridas y se quedó un instante acariciando mis piernas. Sus caricias invadían mi cuerpo, mi corazón latía con una excesiva rapidez y mis manos comenzaban a temblar. Sus ojos se encontraron con los míos, se había colocado entre mis dos piernas sin dejar de acariciarlas. Estaba a tan solo centímetros de mí. Me atreví a acariciar su rostro. Era increíblemente atractivo, sus ojos rasgados y profundos, sus labios carnosos, su mandíbula varonil. Cada vez se acercaba más a mí, iba a besarme de nuevo pero esta vez con dulzura. Sentía su respiración en mi boca, sentía sus ardientes labios a milímetros de los míos cuando sonó su teléfono. Dijo algo bajito que no entendí y miró su móvil. Se puso rápidamente de pie.
-Tengo que irme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario