Esta blog narra algunas historias de Nessie adulta. Para mí quedo un poco en el aire su vida después de amanecer. Espero que os guste. Es algo que hago en mis ratos libres cuando necesito salir de la rutina y del stres.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Capitulo 3- El encuentro

Lara

No podía creer que la única persona que tenía en la vida me hubiese dejado. Era imposible. La vida era injusta. Por qué la persona que más quería se había ido…
Lloraba desconsolada en su cama, me habían arrancado una parte de mí.
-Lara. Esto es para ti. Lo ha dejado tu abuela en el testamento.
Paolo era el que nos ayudaba en casa. Mi abuela había muerto aquella noche y me había dejado una cajita para mí de herencia. Cogí la caja que me entregó Paolo y la abrí. Dentro había un collar de diamantes, algunos anillos de oro y un cheque con cincuenta mil dólares. Debajo del cheque había un pequeño collar con una perlita, detrás había grabado el nombre de Forks.
-¿Abuela qué hago yo con todo esto? –grité y me aferré a los brazos de Paolo.
-Gracias por estar siempre con nosotras. Quiero que esta casa te la quedes tú yo quiero ir a Forks.
-De acuerdo joven. Pero ya sabes que yo estoy aquí para cuando regreses. Te quiero pequeña.
-Y yo a ti.
Nos fundimos en un abrazo.
Salí de la casa para comprarme un coche, compre uno sencillo, con el otro dinero rentaría una casita en Forks. Pasé por delante de una peluquería, necesitaba un cambio para afrontar mi nueva vida. Entré.
-¿En qué puedo ayudarla? –me ofreció una señora de unos cuarenta años.
-Quiero un cambio.
-Está bien, acompáñeme.
Seguí a la señora, primero me puso un tinte de un color chocolate y después se dispuso a cortar.
-Tienes un cabello hermoso, voy a cortarte sólo un poco, el cambio de color ya será suficiente.
Vi caer algunos de mis rizos que ya no eran dorados si no de un tono más oscuro con algún reflejo dorado aún. Me secó el cabello con el secador y vi que había cambiado bastante. Me gustaba. El cabello me seguía llegando a más de media espalda y me había cortado un poco el flequillo.
Pagué y me fui.
Al llegar a casa cogí un poco de ropa en la maleta y me fui a dormir. Había sido un día duro y por la mañana quería irme de allí.
La mañana siguiente me levanté muy temprano, cargué todo el equipaje en el taxi que me esperaba y me despedí de Paolo. Me iba en avión hasta Seattle y allí me esperaba mi coche nuevo.
El viaje fue pesado hasta que logré dormirme. Me desperté cuando anunciaban el aterrizaje. Mi nuevo coche era un Ford focus negro con los cristales de atrás un poco más oscuros, era de segunda mano pero estaba en muy buenas condiciones exteriormente, no entendía mucho de motores así que me pareció perfecto. Cargué mis maletas en el maletero y conduje dirección Forks. Me había comprado un GPS así que sólo tenía que seguir las indicaciones. Después de más de una hora en la carretera pude ver las primeras casitas de Forks. Era un pueblo pequeño, triste y frío. Nada que ver con mi ciudad Los Ángeles, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando vi aquel nublado lugar. Llegué al centro del pueblo y divisé un coche patrulla, allí podrían indicarme donde ir para rendar una casa. Estacioné el coche al lado del viejo patrulla, entré en la comisaría y me recibió un hombre alto, canoso, con bigote y ojos oscuros.
-Perdone, ¿podría ayudarme? –le sonreí levemente y él me devolvió una cálida sonrisa.
-Claro, dime.
-Miré necesito rentar una casita aquí, soy nueva y no sé donde puedo preguntar.
-Has tenido suerte, soy el jefe de policía. Me llamo Charlie Swan y estoy buscando alguien para rentar mi casa. –Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Quizás las cosas eran más fáciles de lo que pensaba.
Ahora tengo un momentito y te enseño la casita a ver que te parece.
-Gracias, no sabré como agradecerle.
Me señaló la puerta y me ofreció salir, detrás salió él. Cuando abrí la puerta un olor de bosque y madera se introdujo en mi nariz. Delante de mí había una chica joven, más grande que yo, era hermosa. Su piel lucía morena y su cabello negro y liso caía como cascadas por su espalda. Tenía los rasgos indígenas. Era preciosa.
-Charlie, mamá te espera para cenar en la Push.
-Allí estaré, primero voy a enseñarle la casa a esta señorita.
Se giró hacia mí y me miró con cara de repugnancia. No entendía por que pero no le di importancia.
Bueno allí estaba yo, en un sitio que no conocía con gente que no conocía.
Me enseño la casa, era pequeña pero bastante acogedora y me la dejaba muy bien de precio.
-Como ya veo que estás un poco sola aquí, ¿te apetece que te enseñe donde vivo así conoces un poco más a gente de tu edad y sales de aquí?-me sorprendió la cortesía de aquél hombre, me miraba extraño también, pero tampoco le di importancia, quizás eran paranoias mías.
-De acuerdo pero me gustaría descansar un poco y ducharme.
-Claro, en dos horas te mando a buscar.
-Gracias.
Se marchó y me dejó en su casa sin más, aún no había firmado ningún contrato pero por alguna razón extraña aquél hombre confiaba en mí.
Descansé y me duché, no sabía que ponerme, algo informal supuse. Cogí los primeros vaqueros que vi y una blusa blanca. Todo lo que tenía era bastante fashion, me gustaba mucho la moda y vestía siempre a la última, no sabía si iba a encajar del todo. Cuando estaba poniéndome los botines, casi todos mis zapatos tenían tacón, sonó el timbre.
Corrí escaleras abajo para abrir la puerta. Cuando abrí observé un chico poco más grande que yo, alto, de piel cobriza y pelo largo azabache, que me observaba con una blanca sonrisa en los labios. Era bastante hermoso, me causó mucha simpatía.
-Hola yo soy Seth, Charlie me ha enviado a por ti.
-Hola yo soy Lara. –Le devolví la sonrisa y me pareció que se sonrojó, me echó un vistazo de arriba abajo cuando salí al umbral. Llevaba unos simples vaqueros gastados y una camiseta negra ceñida a su musculoso cuerpo. Me abrió la puerta del coche y me ayudó a entrar. No hablamos de nada durante el camino. Llegamos a una zona de casitas apartadas rodeadas de inmenso bosque. Estaba muy nerviosa, realmente no sabía que hacía allí.
Entré en una pequeña casa donde me esperaba Charlie con una hermosa sonrisa en los labios. Le devolví la sonrisa con timidez. Una mujer se acercó a mí y me cogió de las manos.
-Tú debes de ser la nueva alquilina. –Me sonrió dulcemente.
-Me llamo Lara.
-Yo Sue preciosa.
Me indicó el comedor, había bastante gente. Divisé un señor en una silla de ruedas que me miraba asombrado, la chica de aquella tarde y otros tres chicos que parecía que se peleaban. Seth se acercó a ellos y se unió a la pelea.
-Chicos esta es Lara, espero que la tratéis bien y se sienta como en casa. –Dijo Sue con su dulce voz. –Mira él es Billy –me señalo el hombre de la silla de ruedas. –Leah mi hija y Seth, ya los conoces, y estos son Quil, Embry y Jacob.
Observé las caras de todos ellos una por una. Quil era más bajito que los demás, tenía la cara redonda y me sonreía. Embry era más delgado y me miraba con una sonrisa torcida. Y cuando mis ojos se encontraron en los de Jacob una corriente me inundó el pecho y mil mariposas se apoderaron de mi estomago. Sus ojos me penetraban hasta el alma. El carraspeo de Embry me volvió a la realidad.

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