Esta blog narra algunas historias de Nessie adulta. Para mí quedo un poco en el aire su vida después de amanecer. Espero que os guste. Es algo que hago en mis ratos libres cuando necesito salir de la rutina y del stres.

jueves, 4 de febrero de 2010

Edward y Bella

Los días pasaban volando, era extraña la forma en que necesitaba ver a Jacob. Cada día acompañaba a su padre a la clínica pero nunca hablamos. Sólo esperaba el momento en que llegaba, su aroma me llenaba de alegría, sabía que estaba allí aunque no nos dirigíamos ni un hola.
El día que fui a la playa y conocí a Eros, verdaderamente hacía honor a su nombre parecía un dios, me sentía confundida. Sentía una enorme atracción por ese ser extraño pero debía de reconocer que a pesar de ser un arrogante y engreído, el dueño de mis sueños era Jacob. Eros me entregó su teléfono y me había enviado rosas al trabajo, realmente era un caballero con el que cualquier chica soñaría, pero des de luego yo no era cualquier chica y yo soñaba con el animal de Jacob Black.
Me desperté temprano, hacía un día soleado, extraño en ese lugar. Tenía fiesta así que decidí dar un paseo, no supe como terminé en la playa de la Push, una fuerza superior a mí me llevó hasta aquel increíble lugar. Estaba solitaria y silenciosa, decidí sentarme en la arena escuchando el sonido de las olas. Cogí el libro queme había dejado Sophía y comencé a leer. El libro trataba de vampiros. Sonreí. Me causaba una increíble gracia leer las cosas que llegaba a imaginarse la gente. Era absurdo, una pobre chica desangrada por un vampiro. Si fuese un vampiro me moriría de hambre, los describían tan malvados, a caso no se planteaban alimentarse de animales y no de pobres humanos indefensos. Un ruido me sacó de mis casillas. Un ruido que venía del bosque que se encontraba detrás de mí. Sonreí imaginándome a un vampiro sexy que venía a morderme. Otro ruido me erizó el vello. Agudicé mi vista y vi que algo enorme se escondía en el bosque. Fui tonta y me acerqué a ver que se trataba, el animal salió corriendo y sin poder hacer caso a mi cordura lo seguí. Era enorme medía más de dos metros, parecía una especie de perro gigante, seguramente me había quedado dormida y estaba soñando cualquier cosa. Lo seguí sin miedo a que me enfrentara. Su pelaje era rojizo, realmente hermoso. Pero lo perdí. Me había adentrado mucho en el bosque y ahora no sabía como salir. Era realmente estúpida. Caminé hasta que vi algo parecido a un claro, me acerqué a él pero me detuve cuando escuché una voz que conocía, inconfundible.
-Bells ¿qué haces por aquí? –reconocí perfectamente la voz de Jacob.
-¡Jake cuánto te extrañé! –la voz de la chica era aterciopelada, tenía una enorme curiosidad de verla. Sentía un extraño sentimiento de envidia quizás.
Me acerqué despacio para que no notaran mi presencia y los vi abrazándose. Cuando al fin él la soltó pude verla. Parecía un ángel, el cabello oscuro y la piel pálida como una muñeca de porcelana. Un rayo de sol atravesó por el cielo nublado y en su piel se dibujaron mil formas brillantes, parecía un diamante. Era hermosa, la mujer más bella que había visto jamás. De pronto una mano fría como el hielo me tapó la boca y me alejó de aquél lugar a una velocidad indescriptible. Al fin me soltó, me sentía mareada, seguro estaba soñando. Me giré asustada y lo vi. No pude contener el asombro de ver aquel apuesto hombre. Quedé atónita ante semejante belleza. Mi corazón galopaba velozmente, pero no tenía miedo. Esos hermosos ojos dorados me miraban con el mismo asombro que lo miraba yo.
-¿Estás bien? –su voz era el sonido más hermoso que jamás escuché.
-Sí. –logré articular después de muchos intentos.
-Bien ¿y se puede saber que hace una señorita tan hermosa sola en este bosque? –su sonrisa torcida me dejó sin aliento. Tenía un gran impulso de correr a sus brazos. Era un ángel.
-Yo…-tartamudeé- me perdí.
-Creo que no sabes mentir, pero está bien ¿y dónde vives?
-En la casa del jefe Swan. No me vas a hacer daño ¿verdad?
Me sonrió tan dulcemente que supe la respuesta antes de que hablara.
-Nunca podría hacerte daño. Ven te he estado esperando hace mucho tiempo. –Abrió sus brazos invitándome a entrar. No sabía porque pero yo también lo había esperado. Sin pensarlo me abalancé a sus brazos. Su pecho era duro y frío pero me sentía protegida entre sus brazos.
-¡Edward! –una voz de mujer furiosa me sobresaltó. En un abrir y cerrar de ojos se puso delante de mí.
-¡Asqueroso chupasangre, suéltala! No permitiré que lastimes a ninguna de las dos.
Jacob lo miraba furioso y me miraba de una forma extraña.
-Pero él no me a hacho nada.
-Shhh… -me cortó mi ángel.- No la vais a lastimar, ¿tan ciegos estáis?
-Edward Cullen no me hagas esto. No me hagas cometer mi primer asesinato.
El miedo se apoderó de mí al oir a la chica.
-Tranquila no va a pasarte nada. Bella cariño, no vas a hacerle daño, no sin antes hacérmelo a mí.
La chica desapreció como un fantasma y él corrió detrás de ella. Volví a sentirme sola y sin fuerza. Jacob me miraba atónito y yo alucinaba.
-¿Estoy soñando verdad?
-Vamos a casa necesitas descansar.
Me cogió por la cintura y me llevó hasta casa. Entré pero él se quedó dubitativo en la puerta.
-Pasa Jake o te vas a quedar ahí como un pasmarote.
-¿Cómo me has llamado?
-Lo siento no quería llamarte pasmarote.
-No el otro.
-Jake, no se perdón, me salió así.
-Está bien.
Nos sentamos uno en cada esquina del sofá, aunque más bien hubiese preferido abrazarlo. No creía que mi imaginación me estuviese jugando una mala pasada.
-Creo que debo dejar de leer tantas tonterías.
-¿Por qué dices eso? –me preguntó muy serio.
-Vas a pensar que estoy loca, bueno quizás si lo esté pero por un momento he pensado que esos dos eran vampiros. –Comencé a reírme de mi misma pero él se quedó en silencio.
-No debería decirte esto pero es cierto lo que has visto, aun que no entiendo porque Edward se comportaba así contigo.
-¿Qué quieres decir que los vampiros existen? Jacob creo que estás más loco que yo.
Pero algo dentro de mí me decía que era verdad.
-Piensa lo que quieras. Me voy. –Se levantó enfadado.
-No perdona. Está bien te creo pero como… bueno que va a pasar ahora. ¿Van a matarme?
Se rió y me miró de una forma extraña.
-Edward y mucho menos Bella te harían nunca daño.
-¿Y tú como los conoces?
-Demasiada información. Descansa y mañana hablamos.
Se fue y me quedé pensando hasta que el sueño me venció. Soñé con la pareja de vampiros. Estaban paseando por el bosque y los encontraba.
-Mi amor cuanto te hemos extrañado.
Y me arrojé en sus brazos. Me besaron dulcemente la coronilla.

La Push

La semana pasó más deprisa de lo que me imaginaba, ya estaba completamente instalada y empezaba a trabajar a las ocho. No había visto más a Jacob, tampoco me había atrevido a salir después de ese día, me sentía observada y cada día permanecía encerrada en casa, pero ese día tenía que salir, empezaba mi trabajo y no quería llegar tarde. Cerré la puerta con llave y me subí al coche, era un día nublado y húmedo, estaba segura que ese día iba a llover. Antes de llegar a la clínica se me cruzó un Audi TT negro con los cristales oscuros, tuve que frenar de golpe para no empotrarme contra él. Maldije por lo bajo cuando del coche bajo un chico alto, de cabello oscuro. Se acercaba hacia mí y bajé para enfrentarlo. Iba vestido con unos jeans oscuros y una camiseta negra, encima llevaba una chaqueta de cuero. Tenía el rostro más hermoso que jamás había visto, sus ojos azules contrastaban con el color de su cabello, su nariz recta proporcionada con su sonrisa torcida. Su piel era más pálida que la mía, pero parecía perfecta.
-Disculpe señorita. –Tomó mi mano y la besó. El contacto de sus labios en mi piel me produjo un hormigueo en la zona.
-No pasa nada. –Me sorprendí de mi reacción, me había enfadado y ahora no lograba articular ni una palabra coherente. Sus ojos me penetraban.
-Soy Leonardo Ricci. –Ahora entendía su acento, era italiano.
-Lara Mathew.
-Nos vemos pronto bella.
Cuando dijo las palabras un escalofrío recorrió mi cuerpo. Se fue en su coche y yo me dirigí a la clínica.
El primer día de trabajo fue muy ameno. La semana me pasó de lo más rápida. El viernes mis compañeros de trabajo me invitaron a ir a la playa, no hacía mucho calor pero estaba soleado. Fuimos a la playa de la Push, Chris, Sophia, Daniel y yo. Chris y Sophia eran enfermeros y Daniel el conductor de la ambulancia. Estiramos las toallas y merendamos tranquilamente.
-Mirad quien viene, el hombre de mi vida…-Daniel era homosexual y no se avergonzaba ni se escondía. Era un chico maravilloso. Giré la cabeza para ver al hombre de su vida y vi como se acercaban los chicos de la Push, con sus descomunales cuerpos medio desnudos. Tragué saliba y el corazón comenzó a latirme violentamente, quería salirme del pecho. Se sentaron cerca de nosotros y Jacob no dejaba de observarnos. Me saqué la ropa y me quedé en mi minúsculo bikini rojo y negro. Noté como Chris se sonrojaba e invité a Sophia al agua. Me miró con dudas pero se quitó su vestido y me acompaño. Sophia era una chica muy sencilla, morena con el cabello rizado pero era bonita. La reté a una carrera, pero le daba vergüenza. Éramos el centro de atención de los chicos. Salpiqué a Sophia con el agua fría y se volvió atrás. Cuando quise darme cuenta unos brazos me alzaron al aire y me metieron dentro del mar.
-¡Qué fría nena!
Daniel y yo reímos a la vez y comenzamos salpicarnos. Jacob se había alzado y estaba en la orilla, por detrás se le acercó Leah y lo empujó, él la cogió en brazos y la metió en el agua. En ese instante una rabia enorme se apoderó de mí. Salí corriendo del agua y fui a mi toalla. Embry estaba hablando con Sophia pero no les presté atención.
-Tengo que irme. –le murmuré a Chris. Por suerte había cogido mi coche y Daniel el suyo.
Me fui con el coche hecha una furia. Estaba celosa de Leah. Me daba tanta rabia que no vi el coche de delante y topé con él. Bajé del coche aun más enfadada, si era posible estarlo, y vi al hermoso chico italiano.
-¿Estás bien?
-Si, bueno no.
-Tranquilízate bella. No pasa nada fue sólo un choque.
Me acarició la mejilla y todo mi enfado se esfumó. Sonreí tímidamente y él me devolvió una sonrisa torcida que me dejó sin aliento.
-Vamos te invito a un café.
Cogió mi mano y me arrastró hasta la cafetería de la esquina.


Jacob

Cogí mi coche y la seguí. Se había marchado de una forma muy extraña. Agitada, sentía como su corazón latía acelerado. No entendía muy bien lo que sentía por ella, pero me hacía actuar por impulsos. Cuando la vi en la playa con ese bikini, su hermoso cuerpo en el agua, no pude evitar acercarme hasta la orilla para poder verla mejor. Parecía una sirena de un cuento, pero Leah tuvo que venir a molestar.
Llegué al pueblo y la vi bajar de su coche hecha una furia, había golpeado al coche deportivo que iba delante. Cuando bajó el conductor, me llegó el olor de aquel tipo. Olía a vampiro, pero podía oir su corazón. Era como Nessie. Un cuchillo rasgó mi pecho pero no podía dejarla frente a un vampiro o semi-vampiro. Le acarició la cara el asqueroso chupasangre y ella se tranquilizó de inmediato. Debía poseer algún don extraño. Se la llevó de la mano hacia la cafetería. Después de estar un rato vigilando, salió y se fue a su casa.

lunes, 21 de diciembre de 2009

El bosque

Jacob me sorprendió con el beso, no podía dejar de pensar en sus labios. Aunque fuese un bruto y un degenerado no podía negar que me había gustado. Nunca me habían besado así. Lo odiaba, para un chico que me gusta de verdad y tenía que ser tan maleducado.
Apenas comí, pues no lograba concentrarme en nada. ¡Estúpido engreído! Y encima se había ido victorioso, con una sonrisa. ¿A caso no le había hecho ni un poquito de daño?
Le había pegado fuerte pero no con toda mi mala leche. Ya está bien señorita de pensar en ese estúpido, creído y arrogante tipo.
Decidí salir a correr por los alrededores de la casa. Había un bosque al lado, a ver si haciendo un poco de ejercicio mis neuronas volvían a su lugar. Me puse unos shorts negros, eran muy cortitos pero no solía ser muy friolera, y una camiseta blanca y roja de capucha y manga larga. Me calcé las zapatillas de atletismo y salí dirección bosque.
Comencé a correr lentamente y fui incrementando el ritmo mientras corría. Era mucho más rápida que la gente que conocía, pero nunca había comprobado cuanto.
Al fin llegué a un hermoso prado soleado, las flores lo cubrían como una manta de colores, era increíblemente bonito. Sentí un “deja vu”, como si ya hubiera estado en aquel lugar. Me senté en el suelo inspirando todo el aire de aquella hermosa naturaleza. A los pocos minutos escuché un ruido, me puse alerta pero no logré ver nada. Me asusté y decidí volver hacia la casa. Volví a correr dejando atrás el prado. Sentía como algo iba detrás de mí. Algo me seguía. Corrí lo más rápido que pude. La tierra estaba húmeda y se me hundían los pies. Tropecé con la raíz de un árbol y me quedé tirada en el suelo. Sabía que mis rodillas estaban sangrando, podía oler el óxido y la sal de mi sangre. Intenté incorporarme rápidamente cuando escuché algo parecido a un aullido cerca de mí, pero antes de lograr ponerme en pie una fuerte mano me ayudó para levantarme. Volteé para poder ver quien me estaba ayudando. Cuando lo vi, un temblor recorrió mi cuerpo.
-¿Estás bien? –parecía preocupado.
-Déjame ya puedo sola.
-No seas terca, déjame ayudarte. ¡Estás sangrando!
-Lo siento. –Fue lo único que exclamaron mis labios. Una hermosa sonrisa le iluminó el rostro. Ya no se veía tan cruel y arrogante. Jacob se mostraba amable y protector conmigo. Mis mejillas se sonrojaron cuando su ardiente piel rozó la mía cuando apartó un mechón de mi cabello.
-¿Te disculpas por sangrar? –Parecía que le causaba mucha ternura mis palabras.
-Eso parece.
Me puso de pie fácilmente, pero me dolían un poco las rodillas y tuve que sujetarme a su pecho. Hasta entonces, no había percibido que iba con el pecho desnudo, sin ocultar mi curiosidad observé su cuerpo perfectamente moldeado con ese hermoso color moreno. Vi que sólo llevaba unos tejanos cortos. Sin poder hacer más mi cara mostró el asombro al ver el espectacular cuerpo que tenía. Tragué saliva y miré sus ojos que estudiaban detenidamente mi rostro.
-Eres hermoso. –susurré con un hilo de voz. Me sonrió con ternura y me cogió en brazos.
-Te has dado un buen golpe. Vamos a que te cure esas heridas.
Me acurruqué en sus brazos y apoyé mi cabeza en su hombro. Su piel ardía de forma extraña pero me sentía completamente bien entre sus brazos. Me llevó hasta la casa y me sentó con cuidado en una silla de la cocina. Buscó en un armario y se arrodilló delante de mí. Me curó las heridas y se quedó un instante acariciando mis piernas. Sus caricias invadían mi cuerpo, mi corazón latía con una excesiva rapidez y mis manos comenzaban a temblar. Sus ojos se encontraron con los míos, se había colocado entre mis dos piernas sin dejar de acariciarlas. Estaba a tan solo centímetros de mí. Me atreví a acariciar su rostro. Era increíblemente atractivo, sus ojos rasgados y profundos, sus labios carnosos, su mandíbula varonil. Cada vez se acercaba más a mí, iba a besarme de nuevo pero esta vez con dulzura. Sentía su respiración en mi boca, sentía sus ardientes labios a milímetros de los míos cuando sonó su teléfono. Dijo algo bajito que no entendí y miró su móvil. Se puso rápidamente de pie.
-Tengo que irme.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Capitulo 5- Descontrol

Jacob

Allí estaba ella coqueteando descaradamente con aquel desconocido, ni siquiera se había girado a mirar quien había entrado por la puerta. Recordé el día antes cuando la vi por primera vez, no podía negar que era realmente hermosa, y quizás por eso me impacto tanto, pero cuando sus grandes ojos me miraron un temblor recorrió mi cuerpo. Nunca había sentido esa clase de sentimiento. Cuando puse mi impronta en Nessie, sentí que el mundo quedaba reducido a ella, que la cuidaría más que nada y la haría feliz. Pero cuando vi a Lara, sentí un gran deseo de poseerla, de hacerla mía, de llamar su atención. No sabía porque me sentía así, des de ese instante no podía sacarme de la cabeza su largo cabello castaño, sus tristes ojos oscuros, su piel ligeramente bronceada, sus labios rosados, su sonrisa perfecta, el olor dulce de su pelo…
No Jake, me repetía constantemente, la estás traicionando. No puedo sentir nada por ella, la acabas de conocer. Tu mundo no puede venirse abajo por ella, no puede girar a su alrededor.
Una punzada atravesó mi pecho cuando delante de la casa de mi querida amiga Bella vi sus ojos llenos de lágrimas tras mis duras palabras. Pero tenía que ser así, tenía que alejarla de mi vida antes de hacer lo que mi cuerpo pedía a gritos.
Llevé a mi padre a la clínica como cada día para hacer su recuperación, el médico nos aconsejó hacer un poco de rehabilitación porque cada vez su estado empeoraba. Cuando abrí la puerta de la clínica un dulce aroma me impregno hasta el más profundo de mis poros. Sonreí, pero me arrepentí al instante cuando vi la escena que se producía enfrente de mí.
Ella perfectamente vestida coqueteaba con el enfermero de mi padre, a él chaval se le caía la baba y ella parecía muy coqueta. Se despidió de él y volteó hacia nosotros. Sin siquiera mirarme saludó a mi padre y se fue. Quedé inmóvil un momento con el corazón acelerado. Salí detrás de ella y la agarré fuertemente del brazo.
-¿Qué haces aquí? –le imploré bruscamente.
-Buscar trabajo. –Me contestó tajante. Su frialdad me encendió más y mi cuerpo comenzó a temblar. ¿Era posible que después de nueve años controlando mis transformaciones y cambios de humor, una simple niña me descontrolara?
-Aquí no. –le contesté y no supe como habían llegado las palabras a mi boca, cuando me di cuenta había hablado sin pensar el qué.
-¿A no? –levantó una ceja enfrentándome. –Pues ya has oído, vamos a vernos más seguido por aquí. –me retó.
Estúpida niña malcriada.
-¿Te crees muy buena no? –le ataqué.
-Yo no me creo nada y no voy a seguir tu juego, ¡suéltame! ¡No voy a rebajarme a tu nivel!
La agarraba por los dos brazos fuertemente, seguramente la estaba lastimando pero no me importaba, no podía controlar mis emociones. Estaba jugando con fuego y se iba a quemar.
-¿Te crees superior?
-Si no me sueltas voy a gritar. –me susurró a dos centímetros de mi cara. Su aliento se introdujo en mi boca, era dulce y quemaba. Ya no podía controlar más el animal que llevaba por dentro.
-Grita. –le susurré.
Cuando apenas había comenzado a abrir la boca pegué mis labios con los suyos. La acerqué más a mi cuerpo, su piel quemaba pero me hacía perder la razón. Subí mis manos a su cara, su fina piel era realmente suave. Forcejeé entre sus labios hasta que al fin logré que correspondiera mi beso. Enredó sus manos en mi pelo volviéndome aun más loco. Bajé una mano por su cintura y la apreté más a mi cuerpo, sentía como nuestros corazones latían apresuradamente, sin ningún control. Separé poco a poco los labios por falta del aliento. Sus mejillas estaban sonrosadas y una sonrisa involuntaria se mostró en mis labios.
-Me repugnas, bruto, degenerado. –Después de sus amables palabras me giró la cara con una bofetada. No me dolió pero me pegó fuerte. Me dolieron más sus palabras. Pero tuve el descaro de sonreírle. Me giré y volví dentro de la clínica.
¿Qué era lo que me estaba pasando?
¿Por qué tenía esa necesidad de ella?
¿Por qué perdía tan fácilmente el control de mi cuerpo en frente de ella?
Ese mediodía me llamó Bella.
-Hola Jake, ¿Cómo están?
-Bien Bells, ¿y vosotros?
-Ya sabes que me gustaría estar en Forks, ahí contigo. Compartiendo nuestro dolor.
Una punzada atravesó mi pecho. Nessie. No podía hacerle eso, ella era mi imprimación.
-Jake ¿que tal la chica nueva?
-¿Cómo sabes que hay una chica nueva?
-Papá me contó por teléfono, está muy contento. Dice que le recuerda un poco a mí, así no se le hace tan difícil mi marcha.
-Bueno quizás si se parece un poco a ti, pero nada que ver contigo. Es una arrogante y presumida que se cree la más guapa, pero no creas que lo es tanto.
-Tranquilo Jake, no será para tanto. Papá dice que es una chica muy dulce y bonita, y también muy educada.
Bufé.
-Jake ¿qué te pasa? No te entiendo de verás. Es una chica y punto.
El silencio del teléfono me incomodaba pero mejor que Bella no se diera cuenta.
-Jacob Black no me digas que esa niña te gusta. Te conozco Jake. Dime ¿te gusta esa chica? No puede ser Jacob, tú, tú… mi niña… no puede ser. Jake tu estás imprimado de Nessie.
Colgó.
Salí de la casa y me transformé para poder correr lejos y no pensar en ella. Quería pensar sólo en Nessie. Ella estaba viva e iba a volver.

Cpitulo 4- Frente a frente.

Nos sentamos en la mesa, sentía como Jacob no dejaba de mirarme. De vez en cuando nuestras miradas se encontraban y mis mejillas se sonrojaban sin yo poder hacer nada más. Era tan alto como los demás, pero llevaba el cabello más corto. Los pantalones rotos se ceñían al contorno de sus muslos y su camiseta blanca parecía a punto de estallar debajo de sus inmensos bíceps. Estaba serio y me imponía demasiado. La cena estaba buenísima y los chicos comieron muchísimo. Cuando terminamos de comer, todos se levantaron de la mesa y los jóvenes salieron al exterior de la casa.
-Vente con nosotros. –sin darme cuenta Seth ya me había agarrado la mano.
-Así que Forks, ¿y por qué has venido aquí?
-Necesitaba un cambio. –le sonreí para no pensar más en mi abuelita.
-Hola chicos. –una chica se acercaba muy alegre hacia nosotros, abrazó con mucha ternura a Quil y saludó al resto con la mano. Al verme se acercó a mí con una sonrisa.
-Yo soy Clarie, ¿y tú?
-Lara.
-¡Eres guapísima! ¡Guau pareces una modelo!
Me sonrojé un poco, la chica tendría unos quince años, pero era muy linda.
-Gracias tú también.
-Chicos poneros las pilas que una belleza como esta no pasa dos veces. –Les sacó la lengua, me hubiera gustado tanto tener una hermanita como ella. Todos se sonrojaron menos Leah que miraba con cara de asco y Jacob que seguía observándome seriamente.
-Estoy un poco cansada, Seth ¿me acompañas por favor?
-Ya la acompaño yo. –Era la primera vez que oía su voz. El corazón comenzó a palpitarme rápidamente. Me despedí y les di las gracias por todo, él me esperaba en su coche.
Me abrió la puerta y se sentó. Todo el camino fue en silencio, ni siquiera funcionaba el radio. Quería saber sobre él, tenía mucha curiosidad pero no me atrevía a hablarle. Estaba muy serio y no sabía como actuar. Nunca había tenido problemas en como actuar en frente de un chico pero él era diferente, era mayor y me daba respeto. Llegamos a casa y cuando iba a abrir la puerta me agarró del brazo. El contacto de su piel me erizó el vello, era caliente y suave.
-Espera. –me pidió clavándome los ojos negros en los míos. -¿Quién eres?
No entendía su pregunta, pero quise contestarle lo mejor posible.
-Tengo diecinueve años, vivía en Los Ángeles, con dieciséis años comencé a estudiar la carrera de medicina porque estaba más avanzada por mi edad y quise estudiar medicina porque tengo un poco de trauma con la sangre, así me enfrentó a mis miedos. Este año he acabado la carrera, así que busco trabajo.
Me miraba con una expresión indescifrable.
-Doña perfecta, la más guapa, la más lista, la más madura…
Sus palabras perforaron mi pecho como cuchillos.
-Tú no sabes nada.
-Sé suficiente para darme cuenta que te crees la mujer perfecta, pero nunca llegarás a ser la mujer perfecta.
Su mirada era dura, no entendía por que decía todas esas palabras sin conocerme de nada. Las lágrimas se iban acumulando en mis ojos queriendo derramarse sin parar.
Salí del coche dando un portazo al cerrar la puerta de la casa, me derrumbé detrás de la puerta recordando todo el dolor de la pérdida de mi único ser querido.
No recuerdo el rato que estuve allí tirada en el suelo derramando una a una todas las lágrimas que quedaban dentro de mí. Finalmente mis ojos se secaron, ya no había más lágrimas. Fui al baño, me lave la cara con agua bien fría y me estiré en el sofá de la salita. Estaba exhausta, tanto por el viaje como por estar llorando tanto. El sueño venció los pensamientos.


Los primeros rayos del sol me dieron en la cara, estaba cansada pero tenía que empezar a espabilar si quería encontrar trabajo. Me duché con agua templada y me vestí con unos pantalones negros y un suéter rosado. Cogí mi abrigo de temporada y salí en busca de un nuevo trabajo.
Cerca de la comisaría había una pequeña cafetería, me acerqué para desayunar algo. En una de las mesas se encontraba Charlie Swan, el jefe de policías, que al verme una sonrisa inundó su rostro.
-Lara, ¿qué tal has dormido?
-Bien, gracias señor.
-Pásate a la tarde por la Push que aclararemos todo lo de la casa, ¿de acuerdo?
-Está bien. –No me hacía mucha gracia eso de volver a ver a aquél degenerado, atrevido y hermoso Jacob. Me había faltado el respeto y no sabía con quien se había metido.
Me despedí del señor y pedí una rosquilla y un zumo natural de naranja. Le pregunté a la camarera por la clínica de Forks y me indicó muy amablemente.
Salí de allí y me dirigí a la única clínica que había en Forks, realmente se me hacía muy difícil eso de trabajar como médico, me daba pánico la sangre, no podía olerla, me sentía mareada, pero tenía que controlar mis impulsos y enfrentarme a mis miedos. Una vez dentro de la clínica me atendió un chico joven, de cabello cobrizo y cara angelical.
-Buenos días. –Se sonrojó cuando le sonreí amablemente. Tenía un gran don con la gente, sobretodo con los hombres, menos con aquel tipo arrogante de la Push.
-Hola. –Tartamudeó.
-Soy Lara Mathew, estoy buscando trabajo como médico. –Le entregué mis certificados y mi documentación.
-Espera un momentito.
Entró por una puerta y esperé detrás de un mostrador de información. Se abrió la puerta detrás de mí y una fragancia de bosque me puso la piel de gallina. Era él, estaba segura. El chico de la consulta salió con una sonrisa en los labios.
-Lara, te esperamos la semana que viene para empezar. Por cierto, me llamo Chris.
Me tendió su mano y la estreché dulcemente.
-Pues te veo entonces Chris. –Le dediqué una espectacular sonrisa. Un gruñido salió de la garganta del que se encontraba tras de mí y una sonrisa satisfactoria se dibujó en mi cara.
Me dirigí hacia la puerta y estaba allí parado con su padre en la silla de ruedas. Me acerqué a ellos con la perfecta sonrisa en mis labios.
-Buenos días señor, ¿amaneció bien?
-Billy, no me digas señor que me siento un anciano. –Sonrió cortés.
-Perdona Billy. Un placer volver a verte. –Le estreché la mano y salí.

Capitulo 3- El encuentro

Lara

No podía creer que la única persona que tenía en la vida me hubiese dejado. Era imposible. La vida era injusta. Por qué la persona que más quería se había ido…
Lloraba desconsolada en su cama, me habían arrancado una parte de mí.
-Lara. Esto es para ti. Lo ha dejado tu abuela en el testamento.
Paolo era el que nos ayudaba en casa. Mi abuela había muerto aquella noche y me había dejado una cajita para mí de herencia. Cogí la caja que me entregó Paolo y la abrí. Dentro había un collar de diamantes, algunos anillos de oro y un cheque con cincuenta mil dólares. Debajo del cheque había un pequeño collar con una perlita, detrás había grabado el nombre de Forks.
-¿Abuela qué hago yo con todo esto? –grité y me aferré a los brazos de Paolo.
-Gracias por estar siempre con nosotras. Quiero que esta casa te la quedes tú yo quiero ir a Forks.
-De acuerdo joven. Pero ya sabes que yo estoy aquí para cuando regreses. Te quiero pequeña.
-Y yo a ti.
Nos fundimos en un abrazo.
Salí de la casa para comprarme un coche, compre uno sencillo, con el otro dinero rentaría una casita en Forks. Pasé por delante de una peluquería, necesitaba un cambio para afrontar mi nueva vida. Entré.
-¿En qué puedo ayudarla? –me ofreció una señora de unos cuarenta años.
-Quiero un cambio.
-Está bien, acompáñeme.
Seguí a la señora, primero me puso un tinte de un color chocolate y después se dispuso a cortar.
-Tienes un cabello hermoso, voy a cortarte sólo un poco, el cambio de color ya será suficiente.
Vi caer algunos de mis rizos que ya no eran dorados si no de un tono más oscuro con algún reflejo dorado aún. Me secó el cabello con el secador y vi que había cambiado bastante. Me gustaba. El cabello me seguía llegando a más de media espalda y me había cortado un poco el flequillo.
Pagué y me fui.
Al llegar a casa cogí un poco de ropa en la maleta y me fui a dormir. Había sido un día duro y por la mañana quería irme de allí.
La mañana siguiente me levanté muy temprano, cargué todo el equipaje en el taxi que me esperaba y me despedí de Paolo. Me iba en avión hasta Seattle y allí me esperaba mi coche nuevo.
El viaje fue pesado hasta que logré dormirme. Me desperté cuando anunciaban el aterrizaje. Mi nuevo coche era un Ford focus negro con los cristales de atrás un poco más oscuros, era de segunda mano pero estaba en muy buenas condiciones exteriormente, no entendía mucho de motores así que me pareció perfecto. Cargué mis maletas en el maletero y conduje dirección Forks. Me había comprado un GPS así que sólo tenía que seguir las indicaciones. Después de más de una hora en la carretera pude ver las primeras casitas de Forks. Era un pueblo pequeño, triste y frío. Nada que ver con mi ciudad Los Ángeles, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando vi aquel nublado lugar. Llegué al centro del pueblo y divisé un coche patrulla, allí podrían indicarme donde ir para rendar una casa. Estacioné el coche al lado del viejo patrulla, entré en la comisaría y me recibió un hombre alto, canoso, con bigote y ojos oscuros.
-Perdone, ¿podría ayudarme? –le sonreí levemente y él me devolvió una cálida sonrisa.
-Claro, dime.
-Miré necesito rentar una casita aquí, soy nueva y no sé donde puedo preguntar.
-Has tenido suerte, soy el jefe de policía. Me llamo Charlie Swan y estoy buscando alguien para rentar mi casa. –Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Quizás las cosas eran más fáciles de lo que pensaba.
Ahora tengo un momentito y te enseño la casita a ver que te parece.
-Gracias, no sabré como agradecerle.
Me señaló la puerta y me ofreció salir, detrás salió él. Cuando abrí la puerta un olor de bosque y madera se introdujo en mi nariz. Delante de mí había una chica joven, más grande que yo, era hermosa. Su piel lucía morena y su cabello negro y liso caía como cascadas por su espalda. Tenía los rasgos indígenas. Era preciosa.
-Charlie, mamá te espera para cenar en la Push.
-Allí estaré, primero voy a enseñarle la casa a esta señorita.
Se giró hacia mí y me miró con cara de repugnancia. No entendía por que pero no le di importancia.
Bueno allí estaba yo, en un sitio que no conocía con gente que no conocía.
Me enseño la casa, era pequeña pero bastante acogedora y me la dejaba muy bien de precio.
-Como ya veo que estás un poco sola aquí, ¿te apetece que te enseñe donde vivo así conoces un poco más a gente de tu edad y sales de aquí?-me sorprendió la cortesía de aquél hombre, me miraba extraño también, pero tampoco le di importancia, quizás eran paranoias mías.
-De acuerdo pero me gustaría descansar un poco y ducharme.
-Claro, en dos horas te mando a buscar.
-Gracias.
Se marchó y me dejó en su casa sin más, aún no había firmado ningún contrato pero por alguna razón extraña aquél hombre confiaba en mí.
Descansé y me duché, no sabía que ponerme, algo informal supuse. Cogí los primeros vaqueros que vi y una blusa blanca. Todo lo que tenía era bastante fashion, me gustaba mucho la moda y vestía siempre a la última, no sabía si iba a encajar del todo. Cuando estaba poniéndome los botines, casi todos mis zapatos tenían tacón, sonó el timbre.
Corrí escaleras abajo para abrir la puerta. Cuando abrí observé un chico poco más grande que yo, alto, de piel cobriza y pelo largo azabache, que me observaba con una blanca sonrisa en los labios. Era bastante hermoso, me causó mucha simpatía.
-Hola yo soy Seth, Charlie me ha enviado a por ti.
-Hola yo soy Lara. –Le devolví la sonrisa y me pareció que se sonrojó, me echó un vistazo de arriba abajo cuando salí al umbral. Llevaba unos simples vaqueros gastados y una camiseta negra ceñida a su musculoso cuerpo. Me abrió la puerta del coche y me ayudó a entrar. No hablamos de nada durante el camino. Llegamos a una zona de casitas apartadas rodeadas de inmenso bosque. Estaba muy nerviosa, realmente no sabía que hacía allí.
Entré en una pequeña casa donde me esperaba Charlie con una hermosa sonrisa en los labios. Le devolví la sonrisa con timidez. Una mujer se acercó a mí y me cogió de las manos.
-Tú debes de ser la nueva alquilina. –Me sonrió dulcemente.
-Me llamo Lara.
-Yo Sue preciosa.
Me indicó el comedor, había bastante gente. Divisé un señor en una silla de ruedas que me miraba asombrado, la chica de aquella tarde y otros tres chicos que parecía que se peleaban. Seth se acercó a ellos y se unió a la pelea.
-Chicos esta es Lara, espero que la tratéis bien y se sienta como en casa. –Dijo Sue con su dulce voz. –Mira él es Billy –me señalo el hombre de la silla de ruedas. –Leah mi hija y Seth, ya los conoces, y estos son Quil, Embry y Jacob.
Observé las caras de todos ellos una por una. Quil era más bajito que los demás, tenía la cara redonda y me sonreía. Embry era más delgado y me miraba con una sonrisa torcida. Y cuando mis ojos se encontraron en los de Jacob una corriente me inundó el pecho y mil mariposas se apoderaron de mi estomago. Sus ojos me penetraban hasta el alma. El carraspeo de Embry me volvió a la realidad.

Capitulo 2- Jacob

Jacob



Al fin había regresado Edward. Bella se sentía mejor a su lado y realmente yo también.
Hacía ocho años que nuestra relación había mejorado muchísimo, des del nacimiento de Nessie. Una punzada atravesaba mi pecho y las lágrimas me inundaron los ojos. Mi Nessie, era la persona que más amaba y que siempre amaría hasta el día de mi muerte.
Los dejé solos, no quería que Bella me viera así, también sufría. Había perdido a su hija.

Después del enfrentamiento de aquellos chupasangres de la realeza, parecía que todo volvía a la normalidad. Era el hombre más feliz del mundo, vivía por ella, para complacerla en todo lo posible. Un día sin saber como ni cuando Nessie desapareció. La buscamos por todo el mundo, buscamos y buscamos pero no logremos encontrarla jamás. El dolor fue tan grande que pensé que iba a morir pero no podía. Quería encontrarla, tenía la esperanza de que aún existiera. No podía dejar de existir un ser tan maravilloso como mi Nessie. Después estaba mi padre y la manada que me necesitaban y sobretodo Bella. Ella necesitaba mi apoyo como el sol de la mañana. Sólo vivía para ellos, lo demás ya no tenía sentido.
-Jacob, espera. –la voz de Edward era de súplica.
-Jake gracias por todo lo que estás haciendo por Bella. Sé que tú también sufres con todo esto al igual que yo, pero debemos mostrarnos fuertes enfrente de ella. –Aseguraría que estaba llorando si no fuera un vampiro.
De nada Edward, ya sé que también tú sufres. –le transmití con mis pensamientos.
-Nos vamos Jake, ya no hacemos nada aquí. Sé que todo esto es muy difícil pero ya no nos queda nada aquí. Debemos seguir y tú también. –me acarició el lomo con su fría mano.
No es tan fácil.
-Ya lo sé Jacob, pero Bella no puede atormentarse más aquí y nuestra familia nos necesita con ellos.
Tienes razón Edward, despídeme de Bella. La echaré de menos y a ti también. Sabéis donde estaré.
-Nos vemos Jacob Black, gracias por todo y cuídate. –Me saludó con la mano y se esfumó como un fantasma.

Bien, volvía a estar solo, sin Nessie, sin Bella, sin ningún vampiro que me hiciera recordar que alguna vez existió el ser más maravilloso del mundo.