Esta blog narra algunas historias de Nessie adulta. Para mí quedo un poco en el aire su vida después de amanecer. Espero que os guste. Es algo que hago en mis ratos libres cuando necesito salir de la rutina y del stres.

jueves, 4 de febrero de 2010

Edward y Bella

Los días pasaban volando, era extraña la forma en que necesitaba ver a Jacob. Cada día acompañaba a su padre a la clínica pero nunca hablamos. Sólo esperaba el momento en que llegaba, su aroma me llenaba de alegría, sabía que estaba allí aunque no nos dirigíamos ni un hola.
El día que fui a la playa y conocí a Eros, verdaderamente hacía honor a su nombre parecía un dios, me sentía confundida. Sentía una enorme atracción por ese ser extraño pero debía de reconocer que a pesar de ser un arrogante y engreído, el dueño de mis sueños era Jacob. Eros me entregó su teléfono y me había enviado rosas al trabajo, realmente era un caballero con el que cualquier chica soñaría, pero des de luego yo no era cualquier chica y yo soñaba con el animal de Jacob Black.
Me desperté temprano, hacía un día soleado, extraño en ese lugar. Tenía fiesta así que decidí dar un paseo, no supe como terminé en la playa de la Push, una fuerza superior a mí me llevó hasta aquel increíble lugar. Estaba solitaria y silenciosa, decidí sentarme en la arena escuchando el sonido de las olas. Cogí el libro queme había dejado Sophía y comencé a leer. El libro trataba de vampiros. Sonreí. Me causaba una increíble gracia leer las cosas que llegaba a imaginarse la gente. Era absurdo, una pobre chica desangrada por un vampiro. Si fuese un vampiro me moriría de hambre, los describían tan malvados, a caso no se planteaban alimentarse de animales y no de pobres humanos indefensos. Un ruido me sacó de mis casillas. Un ruido que venía del bosque que se encontraba detrás de mí. Sonreí imaginándome a un vampiro sexy que venía a morderme. Otro ruido me erizó el vello. Agudicé mi vista y vi que algo enorme se escondía en el bosque. Fui tonta y me acerqué a ver que se trataba, el animal salió corriendo y sin poder hacer caso a mi cordura lo seguí. Era enorme medía más de dos metros, parecía una especie de perro gigante, seguramente me había quedado dormida y estaba soñando cualquier cosa. Lo seguí sin miedo a que me enfrentara. Su pelaje era rojizo, realmente hermoso. Pero lo perdí. Me había adentrado mucho en el bosque y ahora no sabía como salir. Era realmente estúpida. Caminé hasta que vi algo parecido a un claro, me acerqué a él pero me detuve cuando escuché una voz que conocía, inconfundible.
-Bells ¿qué haces por aquí? –reconocí perfectamente la voz de Jacob.
-¡Jake cuánto te extrañé! –la voz de la chica era aterciopelada, tenía una enorme curiosidad de verla. Sentía un extraño sentimiento de envidia quizás.
Me acerqué despacio para que no notaran mi presencia y los vi abrazándose. Cuando al fin él la soltó pude verla. Parecía un ángel, el cabello oscuro y la piel pálida como una muñeca de porcelana. Un rayo de sol atravesó por el cielo nublado y en su piel se dibujaron mil formas brillantes, parecía un diamante. Era hermosa, la mujer más bella que había visto jamás. De pronto una mano fría como el hielo me tapó la boca y me alejó de aquél lugar a una velocidad indescriptible. Al fin me soltó, me sentía mareada, seguro estaba soñando. Me giré asustada y lo vi. No pude contener el asombro de ver aquel apuesto hombre. Quedé atónita ante semejante belleza. Mi corazón galopaba velozmente, pero no tenía miedo. Esos hermosos ojos dorados me miraban con el mismo asombro que lo miraba yo.
-¿Estás bien? –su voz era el sonido más hermoso que jamás escuché.
-Sí. –logré articular después de muchos intentos.
-Bien ¿y se puede saber que hace una señorita tan hermosa sola en este bosque? –su sonrisa torcida me dejó sin aliento. Tenía un gran impulso de correr a sus brazos. Era un ángel.
-Yo…-tartamudeé- me perdí.
-Creo que no sabes mentir, pero está bien ¿y dónde vives?
-En la casa del jefe Swan. No me vas a hacer daño ¿verdad?
Me sonrió tan dulcemente que supe la respuesta antes de que hablara.
-Nunca podría hacerte daño. Ven te he estado esperando hace mucho tiempo. –Abrió sus brazos invitándome a entrar. No sabía porque pero yo también lo había esperado. Sin pensarlo me abalancé a sus brazos. Su pecho era duro y frío pero me sentía protegida entre sus brazos.
-¡Edward! –una voz de mujer furiosa me sobresaltó. En un abrir y cerrar de ojos se puso delante de mí.
-¡Asqueroso chupasangre, suéltala! No permitiré que lastimes a ninguna de las dos.
Jacob lo miraba furioso y me miraba de una forma extraña.
-Pero él no me a hacho nada.
-Shhh… -me cortó mi ángel.- No la vais a lastimar, ¿tan ciegos estáis?
-Edward Cullen no me hagas esto. No me hagas cometer mi primer asesinato.
El miedo se apoderó de mí al oir a la chica.
-Tranquila no va a pasarte nada. Bella cariño, no vas a hacerle daño, no sin antes hacérmelo a mí.
La chica desapreció como un fantasma y él corrió detrás de ella. Volví a sentirme sola y sin fuerza. Jacob me miraba atónito y yo alucinaba.
-¿Estoy soñando verdad?
-Vamos a casa necesitas descansar.
Me cogió por la cintura y me llevó hasta casa. Entré pero él se quedó dubitativo en la puerta.
-Pasa Jake o te vas a quedar ahí como un pasmarote.
-¿Cómo me has llamado?
-Lo siento no quería llamarte pasmarote.
-No el otro.
-Jake, no se perdón, me salió así.
-Está bien.
Nos sentamos uno en cada esquina del sofá, aunque más bien hubiese preferido abrazarlo. No creía que mi imaginación me estuviese jugando una mala pasada.
-Creo que debo dejar de leer tantas tonterías.
-¿Por qué dices eso? –me preguntó muy serio.
-Vas a pensar que estoy loca, bueno quizás si lo esté pero por un momento he pensado que esos dos eran vampiros. –Comencé a reírme de mi misma pero él se quedó en silencio.
-No debería decirte esto pero es cierto lo que has visto, aun que no entiendo porque Edward se comportaba así contigo.
-¿Qué quieres decir que los vampiros existen? Jacob creo que estás más loco que yo.
Pero algo dentro de mí me decía que era verdad.
-Piensa lo que quieras. Me voy. –Se levantó enfadado.
-No perdona. Está bien te creo pero como… bueno que va a pasar ahora. ¿Van a matarme?
Se rió y me miró de una forma extraña.
-Edward y mucho menos Bella te harían nunca daño.
-¿Y tú como los conoces?
-Demasiada información. Descansa y mañana hablamos.
Se fue y me quedé pensando hasta que el sueño me venció. Soñé con la pareja de vampiros. Estaban paseando por el bosque y los encontraba.
-Mi amor cuanto te hemos extrañado.
Y me arrojé en sus brazos. Me besaron dulcemente la coronilla.

La Push

La semana pasó más deprisa de lo que me imaginaba, ya estaba completamente instalada y empezaba a trabajar a las ocho. No había visto más a Jacob, tampoco me había atrevido a salir después de ese día, me sentía observada y cada día permanecía encerrada en casa, pero ese día tenía que salir, empezaba mi trabajo y no quería llegar tarde. Cerré la puerta con llave y me subí al coche, era un día nublado y húmedo, estaba segura que ese día iba a llover. Antes de llegar a la clínica se me cruzó un Audi TT negro con los cristales oscuros, tuve que frenar de golpe para no empotrarme contra él. Maldije por lo bajo cuando del coche bajo un chico alto, de cabello oscuro. Se acercaba hacia mí y bajé para enfrentarlo. Iba vestido con unos jeans oscuros y una camiseta negra, encima llevaba una chaqueta de cuero. Tenía el rostro más hermoso que jamás había visto, sus ojos azules contrastaban con el color de su cabello, su nariz recta proporcionada con su sonrisa torcida. Su piel era más pálida que la mía, pero parecía perfecta.
-Disculpe señorita. –Tomó mi mano y la besó. El contacto de sus labios en mi piel me produjo un hormigueo en la zona.
-No pasa nada. –Me sorprendí de mi reacción, me había enfadado y ahora no lograba articular ni una palabra coherente. Sus ojos me penetraban.
-Soy Leonardo Ricci. –Ahora entendía su acento, era italiano.
-Lara Mathew.
-Nos vemos pronto bella.
Cuando dijo las palabras un escalofrío recorrió mi cuerpo. Se fue en su coche y yo me dirigí a la clínica.
El primer día de trabajo fue muy ameno. La semana me pasó de lo más rápida. El viernes mis compañeros de trabajo me invitaron a ir a la playa, no hacía mucho calor pero estaba soleado. Fuimos a la playa de la Push, Chris, Sophia, Daniel y yo. Chris y Sophia eran enfermeros y Daniel el conductor de la ambulancia. Estiramos las toallas y merendamos tranquilamente.
-Mirad quien viene, el hombre de mi vida…-Daniel era homosexual y no se avergonzaba ni se escondía. Era un chico maravilloso. Giré la cabeza para ver al hombre de su vida y vi como se acercaban los chicos de la Push, con sus descomunales cuerpos medio desnudos. Tragué saliba y el corazón comenzó a latirme violentamente, quería salirme del pecho. Se sentaron cerca de nosotros y Jacob no dejaba de observarnos. Me saqué la ropa y me quedé en mi minúsculo bikini rojo y negro. Noté como Chris se sonrojaba e invité a Sophia al agua. Me miró con dudas pero se quitó su vestido y me acompaño. Sophia era una chica muy sencilla, morena con el cabello rizado pero era bonita. La reté a una carrera, pero le daba vergüenza. Éramos el centro de atención de los chicos. Salpiqué a Sophia con el agua fría y se volvió atrás. Cuando quise darme cuenta unos brazos me alzaron al aire y me metieron dentro del mar.
-¡Qué fría nena!
Daniel y yo reímos a la vez y comenzamos salpicarnos. Jacob se había alzado y estaba en la orilla, por detrás se le acercó Leah y lo empujó, él la cogió en brazos y la metió en el agua. En ese instante una rabia enorme se apoderó de mí. Salí corriendo del agua y fui a mi toalla. Embry estaba hablando con Sophia pero no les presté atención.
-Tengo que irme. –le murmuré a Chris. Por suerte había cogido mi coche y Daniel el suyo.
Me fui con el coche hecha una furia. Estaba celosa de Leah. Me daba tanta rabia que no vi el coche de delante y topé con él. Bajé del coche aun más enfadada, si era posible estarlo, y vi al hermoso chico italiano.
-¿Estás bien?
-Si, bueno no.
-Tranquilízate bella. No pasa nada fue sólo un choque.
Me acarició la mejilla y todo mi enfado se esfumó. Sonreí tímidamente y él me devolvió una sonrisa torcida que me dejó sin aliento.
-Vamos te invito a un café.
Cogió mi mano y me arrastró hasta la cafetería de la esquina.


Jacob

Cogí mi coche y la seguí. Se había marchado de una forma muy extraña. Agitada, sentía como su corazón latía acelerado. No entendía muy bien lo que sentía por ella, pero me hacía actuar por impulsos. Cuando la vi en la playa con ese bikini, su hermoso cuerpo en el agua, no pude evitar acercarme hasta la orilla para poder verla mejor. Parecía una sirena de un cuento, pero Leah tuvo que venir a molestar.
Llegué al pueblo y la vi bajar de su coche hecha una furia, había golpeado al coche deportivo que iba delante. Cuando bajó el conductor, me llegó el olor de aquel tipo. Olía a vampiro, pero podía oir su corazón. Era como Nessie. Un cuchillo rasgó mi pecho pero no podía dejarla frente a un vampiro o semi-vampiro. Le acarició la cara el asqueroso chupasangre y ella se tranquilizó de inmediato. Debía poseer algún don extraño. Se la llevó de la mano hacia la cafetería. Después de estar un rato vigilando, salió y se fue a su casa.